La segunda milla anduvo El, la otra mejilla presentó; la capa y la túnica entregó; ninguna queja en El se oyó. Extendió los brazos en la cruz, y a sus verdugos perdonó. La infame vergüenza soportó; ninguna queja de El se oyó. Por ese amor tan grande con Dios nos reconcilió; por ese amor tan grande la gloria restituyó. Y ahora El espera, sí de mí, que participe siempre junto a El, que unza yo su yugo sobre mí y como El, muera también. Por ese amor tan grande yo quiero ser como El; le pido que con su ayuda me conceda andar como El.
domingo, 4 de março de 2012
La Segunda Milla - Gino Iafrancesco
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